Amor, adios...

Una vez conocí a un muy peculiar hombre, lo amé tanto que mi manera de demostrarlo era muy peculiar, era inocente y explosiva…

Podía estar enlazada a sus brazos durante horas, al silencio total, a la oscuridad pura, sintiendo curiosamente paz y nostalgia, la imaginación transportándome a otra dimensión, sintiendo como mis pies se despegan del suelo, sintiéndome más ligera, casi flotando, fuera de mi, de este planeta, acercando mi oreja a su pecho podía escuchar sus latidos, casi entonando una melodía, apretándole fuertemente contra mí era capaz sentir la fina línea de calor que emanaba de su cuerpo.

Era tan extraño… besar sus labios hasta casi arrancarlos, acariciarle presionándole tan fuerte la piel, haciéndole surcos con mis uñas hasta casi romperle la piel y hacerla sangrar y así mismo tener la delicadeza para cuando mis manos se postraban ante su cuerpo y deslizarlas sobre él para sentir su corazón latir y su suave piel.

Esa noche tanta fue mi desesperación y ansiedad por sentirle que me abalancé sobre el y al tratar de acariciarle le rasgué la piel, y él me miraba fijamente para después besarme intensamente, deseando con todas mis ganas que ese momento durara eternamente, lo abracé y en su regazo me quedé dormida.

Al día siguiente esperaba cruzar miradas, sonreírle, darle un beso y prepararle el desayuno…pero él ya no estaba, desapareció y solo encontré una nota que decía "Te amo, nunca he amado a alguien así, nadie me ha hecho sentir lo que tú me hiciste sentir, te amo tanto pero debo partir, te extrañaré como no te imaginas, espero nunca me olvides porque yo no lo haré nunca. Adiós"

Mi corazón se partió en dos…y nunca le volví a ver.